KUBRICK-SCHNITZLER
por Martina Guevara
Es notoria la cantidad de veces que en la nouvelle de Arthur Schnitzler Relato Soñado se hace referencia a transacciones de carácter económico. Principalmente porque, como sabemos, no existe ningun atractivo estético en la descripción del dinero. A la vez que fetiche de la burguesía, o precisamente por eso, el dinero resulta un tema tabú a la hora de asociarlo con el arte. El mito de la separación del arte con la vida social, como explica Bürguer, es propio de la era burguesa. Pero hay otro detalle que vuelve aún más notorias cada una de las descripciones de transacciones económicas: el hecho de que Fridolín siempre quiera pagar de más. Veamos algunos ejemplos. El primer caso se da ante el encuentro fallido con la prostituta; a pesar de no haber tenido relaciones, Fridolín insiste en pagarle, lo que es rechazado “con decisión” por la mujer. Cuando su amigo le cuenta sobre la fiesta, la primera pregunta que le nace es conocer el precio de la entrada antes de saber si, siquiera, se cobraba el ingreso a la fiesta. Luego, al irse del bar, “Fridolín arrojó el dinero de la cuenta sobre la mesa, con una propina demasiado generosa que le pareció apropiada al estilo de aquella noche. Al momento de ir en busca del disfraz, y en la necesidad de hablar con el portero de la casa donde residía el dueño de la tienda para que le diese información sobre su paradero, se dice que éste “no pareció siquiera muy sorprendido de aquella visita tardía, sino que afable por la considerable propina que Fridolín le dio”. Una vez ante el dueño, “Fridolin le expuso sus deseos, mencionando que el precio no importaba, a lo que el señor Gibiser, casi desdeñoso, observó: “Yo solo cobro lo debido y nada más.” Se debe notar como aquí se repite una situación similar a la acaecida con la prostituta, nuevamente, a Fridolín se le rechaza una propuesta de pago que exceda el servicio ofrecido. Yendo para la fiesta, se dice que, para sentirse más seguro de que el chofer lo esperase a la salida, Fridolín: “le pago generosamente por anticipado, prometiéndole la misma suma por el viaje de vuelta”
¿A qué responde esta necesidad de pagar de más? El personaje de Arthur Schnitzler es un burgués, un profesional, que convive, que sirve, a la aristocracia. De hecho, uno de los primeros sucesos en la nouvelle es su visita al consejero áulico.
El dinero, el dinero de más, es el único plus con el que Fridolín puede acercarse o comprar su entrada a ese mundo .Pero no se trata sólo de tener dinero sino de exhibir su exceso al resto de la sociedad, de la misma manera en que se hace uso de una insignia o de un título nobiliario. De esta forma, Fridolín no es simplemente un derrochador o un hombre caritativo: sólo entrega dinero sin necesidad, cuando puede, a partir de ese acto, lograr un beneficio personal. Esto se puede ver con claridad en la decisión meditada del personaje de no darle dinero a un linyera para que duerma en un refugio. La necesidad de Fridolín de estar a la misma altura, o incluso mayor, que la aristocracia es expresado literalmente en la nouvelle: “…se le ocurrió la idea de dirigirse a ellos, darse a conocer como un intruso y ponerse a su disposición de forma caballeresca. Sólo de esa forma, como un conde majestuoso, podría concluir aquella noche”
“En realidad, debía sentirse contento de haber salido tan bien librado. Bueno, había sabido comportarse. Sin duda los caballeros habían podido observar que no se trataba de un cualquiera. Y en cualquier caso, ella lo había notado también. Probablemente lo prefería a él a todos los archiduques o lo que fuesen”
En este sentido, se debe recordar, como analiza Sebald, que la fantasía erótica Albertine con el militar, aspira, también, a ese acceso a la aristocracia. Puede pensarse que el sueño de su mujer es uno de los catalizadores del deseo aristocratizante de Fridolín. De esta forma, resulta muy significativo que la prostituta no le permita a Fridolín realizar ese deseo a costa suya. Igual que ocurre con el dueño de la tienda de disfraces, que no sólo le impide la ficción de enaltecerse a partir de un sobreprecio sino que lo disminuye al considerarlo como posible cliente sexual de una joven menor de edad.
¿Qué es lo que ocurre con su adaptación cinematográfica? Las transacciones económicas, si bien presentes, disminuyen con notoriedad. Se quita del film el episodio donde Nachitgal (rol que, en la adaptación fílmica, cumple el personaje de Nightingale) le devuelve el dinero prestado, lo mismo ocurre con la propina del bar. A diferencia del episodio del portero en la obra literaria, Harford no tiene necesidad de pagar para obtener información. Así, cuando va en busca del paradero de su amigo, sólo necesita mentirle a la mesera aludiendo asuntos médicos para que ésta le de la dirección del hotel y, para saber qué ocurrió el check out, Harford sólo apela a su seducción. Sin embargo, sí hay episodios donde se mantiene la idea del pago excedido. Es el caso del chofer que lo conduce a la fiesta y, en especial, del encuentro con la prostituta y con el dueño de la casa de disfraces. A diferencia de lo que ocurría en el libro, estos dos últimos personajes aceptan el pago injustificado o excedido. Con respecto al episodio de la prostituta, la entrega del dinero sin necesidad de hacerlo es vista, en el film, como un gesto de generosidad. Sirve para enaltecer al personaje a los ojos del espectador. En lo que concierne al encuentro con el dueño de la tienda de disfraces, la entrega de la importante suma de dinero no surge de un deseo del protagonista sino de una necesidad ante el carácter ruin con el que se quiere revestir al personaje del dueño del local.
No existe en Harford ningún deseo por pagar más de lo correspondido, cuando lo hace, se debe a un acto de cortesía o de necesidad. En 1999, no existe una clase que se encuentre en una posición no asequible a partir del dinero. Si el personaje de la nouvelle es un burgués que se ve rodeado y tentado por la aristocracia, Harford es un burgués que simplemente se rodea de una burguesía con un aún mayor poder adquisitivo que él; no es un detalle menor que el film se desarrolle en EEUU dónde es imposible que existan resabios de cualquier clase nobiliaria. La única diferencia enrte Harford y la gente con la que se rodea, entre él y Víctor, es, justamente, la cantidad de dinero. De ahí, que la duquesas de la secta de la novela se conviertan, en el film, en mujeres con el superfluo título de reinas de belleza. La acumulación de capital es la única forma de poder acceder a una categoría social superior. Es por eso, que en Ojos bien Cerrados el “pagar de más” no signifique lo mismo que en Relato Soñado. Si hay algo que es peligroso para superar o siquiera mantener el status social en el caso de Harford es, justamente, desprenderse de dinero. Y es esta misma razón la que hace que el resto de los personajes jamás rechace un pago y menos uno excedido. Es significativo que “la cifra modesta” que le cobra el dueño de la tienda de disfraces a Fridolín se vuelva en el film la cantidad desorbitante de 375 dólares. Al ver, el vagabundeo de Harford, la forma en la que “malgasta” su dinero, su inasistencia a los compromisos laborales[1] no podemos dejar de percibir que hay algo más en riesgo que la salud física del protagonista. Cuando al final del la nouvelle, se nos dice que los personajes dejaron de soñar, entendemos que no aspirarán más a acceder a una clase decadente de la cual no forman parte; cuando en Ojos bien Cerrados, Alice dice como última frase del film “ Fuck”, está haciendo mucho más: está rompiendo con la ensoñación, con la fantasía de modelo familiar que sostiene a su propia clase .Si la vuelta al seno familiar de Harford , hizo que el espectador se tranquilizase ante la amenaza de la caída del héroe, la última frase de Alice vuelve a reinstaurar la amenaza volviéndola casi una certeza. Sin la ensoñación que sostiene al la familia burguesa, sin la castración de su modelo melodramático, poco puede esperarse de que el valor del dinero y el status social se mantengan inalterados para los Harford.
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