Jul 6, 2017

Modos de construcción del narrador en "Luvina" y "Anacleto Morones" de Juan Rulfo


“Luvina” es un pueblo fantasmal, deshabitado y corroído por la sequía. El título del cuento ya demarca una función estructural particular: centrar la atención en el espacio más que en los personajes y acciones. La introducción a este mundo se hace a partir de un narrador heterodiegético o extradiegético que nos introduce en la ficción a través de una descripción del espacio. Inmediatamente se da paso a un segundo narrador, el profesor, que se inscribe como narrador autodiegético ya que es él quien nos cuenta la historia de su vivencia en “Luvina” en primera persona. Así, el relato nos coloca ante dos mundos, uno dentro de otro. El mundo real y objetivo, aquella tienda donde se encuentra el profesor tomando una cerveza; y, Luvina, aquel mundo subjetivo y fantasmal.

A medida que avanza el relato del profesor hay pequeñas observaciones del primer narrador que cuenta la situación general del bar y precisa el tiempo, está anocheciendo, los niños juegan afuera con la luz de la lámpara que se proyecta por la puerta abierta. Este mecanismo complica la lectura dado que la transición entre un narrador y otro se vuelve menos evidente.

Luvina es vista a través de la mente del profesor, lo que carga el ambiente de irrealidad.  Esta irrealidad se traduce al viajero que escucha la historia de Luvina. No emite palabra, no es más que una sombra, no es más que el desdoblamiento del profesor que pareciese escucharse en voz alta en un discurso profundo y emotivo. Luvina, el mundo de los sueños, de las pesadillas, como el purgatorio y el infierno. Se encuentra en un cerro alto pedregoso, la piedra es gris, el cielo desteñido, el viento que corre por las calles “se mete dentro de las personas”. La personificación del paisaje contribuye a crear un clima mágico y místico. Son las fuerzas de la naturaleza las que se consolidan como personajes, y los habitantes de Luvina, “los de allá”, sin nombre, son sólo sombras que esperan la muerte para poder vivir. El ambiente dinámico se impone sobre personajes estáticos.

Los narradores se entremezclan para contrastar el mundo irreal y subjetivo de Luvina con el mundo real del profesor. Los gritos de los muchachos que juegan fuera de la tienda intensifican el silencio de Luvina. Los ríos crecidos bañan a Luvina de aridez, donde casi no llueve. Así como el tiempo objetivo se encuentra limitado – el intervalo en el cual ocurre la narración del profesor -, el tiempo en Luvina es radicalmente amplio, como detenido. El profesor dice:

Me parece que usted me preguntó cuántos años estuve en Luvina, ¿verdad? La verdad es que no lo sé. Perdí la noción del tiempo desde que las fiebres me lo enrevesaron; pero debió haber sido una eterni­dad... Y es que allá el tiempo es muy largo. Nadie lleva cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo van amontonándose los años... 

El ambiente es el personaje en “Luvina”. La personificación, la repetición, la alegoría y la retórica en la descripción, reflejan el tema del cuento. Una de las diferencias entre “Luvina” y “Anacleto Morones” es la construcción del espacio. En “Anacleto Morones” prima una literatura del desierto donde la construcción geográfica se lleva a cabo a través de la jerga y dialecto que manejan los personajes más que por una descripción detallada.

El tema principal de “Anacleto Morones” es la deconstrucción de un mito, llevada a cabo por un narrador homodiegético, Lucas Lucatero. Lucatero toma control de la visión y de los detalles que le conviene transmitir. El lector es guiado por los caminos que le resultan apropiados al narrador. Rulfo se vale de la parodia y la ironía construir sentido. El tono del relato es atravesado por tres planos. Un tiempo presente, representado por Lucas Lucatero intentando evadir y sacarse de encima a las “beatas”. Un tiempo pasado, en el que se ahonda en un viejo charlatán, Anacleto Morones, que se aprovecha de la superstición y falta de espíritu de la gente de Amula que luego de ciertas “curaciones” buscan proclamarlo “santo”. Finalmente, la religiosidad atravesada por una doble moral, la santidad y la sexualidad.

El discurso de Lucas crea un mundo. El lector recibe ese mundo reinterpretado por el narrador que manipula esa “realidad”. La construcción del conflicto proviene directamente de lo que piensa y dice el narrador. Con el inicio del cuento, el narrador se distancia de los personajes, Lucatero dice “¡Viejas, hijas del demonio!”. La figura humana es desfigurada al punto de convertirse en un animal sin pensamiento propio. El lector es distanciado del resto de los personajes – en especial las mujeres – y entregado al discurso dominante del narrador homodiegético.

Lucas Lucatero no teoriza con respecto al conflicto, su práctica misma trata de poner en evidencia la falsedad que se pretende “oficializar” por medio de la canonización. Sin embargo esta lucha contra el discurso hegemónico va siempre unida a las relaciones que guarda el personaje con el medio. Al fin y al cabo Lucas todo lo que quiere es que lo dejen en paz con sus pertenencias. Aquí salta un problema que pone en jaque toda la historia: la veracidad del narrador. En el cuento, las beatas van siendo derrotadas una a una por la lógica de Lucatero, salvo Pancha, que accede a acostarse con él “.. si me prometes que llegaremos juntos a Amula, para decirles que me pasé anoche ruéguete y ruéguete” a lo que Lucas responde: “Está bien. Pero antes córtate esos pelos que tienes en los bigotes”. Suponiendo que Lucatero accede a lo que la mujer pide, sin intención de cumplir, entonces ¿cómo sabe el lector que está diciendo la verdad en lo demás? También es importante hacer hincapié en que Lucas Lucatero sufre de problemas similares a las mujeres: el fanatismo y superstición. Esto se puede ver cuando se refiere al montículo de piedras que Pancha le ayuda a colocar sobre la tumba de Anacleto Morones: “...y que yo hacía aquello por miedo de que se saliera de su sepultura y... Con lo mañoso que era, no dudaba que encontrara el modo de revivir y salir de allí”. La superstición del narrador es clara. Además Lucatero es un asesino y un asesino que siempre intenta justificar sus acciones.


Gonzalo de Miceu

Jul 2, 2017

Beyond the Black Rainbow (2010) - Panos Cosmatos

El Goce de Reprimir

“Sabes, nuestras sesiones son mi parte favorita del día,” 
Dr. Arboria, Beyond the Black Rainbow


Hace unos años Canadá saco un film –Beyond the Black Rainbow-, que al parecer es una simplemente critica a la medicina moderna. Pero la película es mucho más que una simple crítica, toca temas existenciales y metafísicos, además la estética es un obvio homenaje a los ochentas y setentas. Un poco como Drive, el film replica la estética de esas épocas y la traduce con problemática actual como si fuera un filtro que cambia la era pero no los conflictos.

La película narra la historia de un paciente del sexo femenino –Elena- que esta atrapada en un hospital psiquiátrico. La paciente tiene poderes de telepatía pero toma pastillas que reprimen tal poder. Es tratado por el Dr. Arboria, el cual al parecer tiene un gusto excesivo hacia su trabajo.   

El Dr. Arboria, en un proceso que el mismo define como curativo, intenta contralar a Elena atreves de la represión de su psiquis y de su poder expresivo. Acá la analogía es obvia, Arboria es un doctor que trata psicológicamente a sus pacientes usado las pastillas como represor de ciertos estimulantes en el cuerpo para que el paciente quede sedado y sin el poder de cumplir ciertas funciones básicas del día a día, en otras palabras es un psiquiatra.

En el caso de Elena se le reprime el poder de expresión, por esto pierde el habla, gesticula poco y tiene la tendencia de actuar violentamente ante ciertas situaciones. Lo último cae con cierta resonancia porque es las consecuencias de no poder expresar lo que uno le incomodo o lo molesta. Esto ocurre en los hospitales psiquiátricos, donde se exige a los pacientes que no opinen sobre ciertos temas y que tampoco usen ciertas formas de expresión no verbal y después se castiga cuando se reaccionan violentamente ante tal represión.

Ese el principal problema y principal temor de los hospitales psiquiátricos no se permite la expresión individual –y en muchos casos la grupal también se restringe,- esperando que el sujeto entienda que es por su propio bien, cuando jamás algo así puede ser benevolente para un individuo o la sociedad que le engloba.  


Reprimir una forma expresión para el individuo es un acto enmasculador. La realidad como la conocemos es una representación de la esencia. Esto ocurre porque vivimos en un mundo con una infinidad de sujetos y una infinidad de diferentes comunidades y debe ver un conceso de cómo se perciben las cosas, sino sería imposible relacionarnos.

 Por lo tanto lo que percibimos es una representación de la esencia o debería ser una representación de la esencia. Digo esto porque a veces hay desviaciones y se representa otra cosa ajena a la esencia. El resultado suele ser sufrimiento para el sujeto y para aquellos que le rodean, ya que la esencia tiene una necesidad de expresar que es y como es verdaderamente.  Y el ser al no sentir la posibilidad de expresar su esencia no puede ser más que contestar violentamente, el cual es una consecuencia lógica.

Esto se ve claramente cuando la enfermera intenta torturar psicológicamente a Elena y ella la repudia con un ataque psíquico. Ahí justo está el problema: la telepatía de Elena es una forma de expresión de su esencia, por lo tanto lo más que se reprime lo más es probable que se manifieste violentamente, Elena en verdad tiene poca elección en el asunto, es como una pérdida de control casi, pero la causa de esto, en vez de ser por un desequilibrio en la psiquis se debe a energía interna que está contenida, que debe liberarse de una forma u la otra. Por esto formas de expresión jamás de deberían reprimir y solo limitar o desviar hacia otras formas de expresión cuando se trata de faltar el respeto a los demás.  


Y más allá de eso, la expresión de la esencia puede expresar cualquier cosa si es fiel a la misma esencia. Dicho de otra forma, las cosas se concretizan desde un mundo irreal e imaginario –donde esta esencia- y se hacen reales por lo tanto tangibles. Si el material de un mundo real viene de un mundo imaginario, la conclusión es sencilla: no hay límites de lo que se puede crear o consensuar como real, solo se necesita un poco de retórica filosófica y el poder de llegar a ciertos acuerdos.

Esto funciona a nivel individual y colectivo al mismo tiempo. Nosotros al estar vivo al día a día estamos creando y articulando nuestra propia experiencia.  De una forma elegimos los problemas que vamos a tener y las herramientas que vamos a tener en las manos para solucionar tales problemas, también elegimos como vamos a representarnos y cómo vamos a expresarnos.

Si alguien no puede solucionar un problema en su vida o es por constricciones sociales o porque esa misma persona se pone trabas. Y estos un poco lo que debería ver la psicología como liberar al sujeto para que pueda expresar constantemente y cómo articular la relación que tiene el sujeto con sí mismo para que tengo una mejor noción de conseguir lo que quiere sin ponerse obstáculos mentales a sí mismo, además de encontrar maneras de instruir a sujetó para que no aniquile el querer de otros.

Por otro lado, se puede deducir que vivimos en una realidad que aun reprime la esencia de uno y actuar como un orate es la única manera digna y permisiva de liberal la energía reprimida. Por esto, la exigencia de la sociedad de reprimirse, -dados en muchos índoles como la medicina, el trabajo o las amistades- motiva a que las personas suelan gritar más y buscar controlar más mientras van creciendo, ya que tienen contenido cosas que expresar que su cuerpo y representación ya no aguantan contener.


Un poco más y se podría de decir que la sociedad da el goce de reprimir, en otras palabras aquellos que ya fueron reprimidos mucho tiempo buscan reprimir a otros como una forma desviada de venganza. Esto se note en el Dr. Arboria que se reprime tanto que debe usar maquillaje e implementos con la intención de esconder su forma. Se avergüenza de su propia expresión por eso cree que los demás tampoco deberían expresarse. Y un poco esas la patología más preocupante ya que de todas maneras va buscar reprimir el quiere de otros. Lo más atemorizante de este paradigma es que muchos psiquiatras al parecer sufren del mismo goce. Tienen el mismo problema del Dr. Arboria: les gusta mucho su trabajo, demasiado diría yo. Casi como su placer máximo es reprimir la expresión de otros.

Y todo da más miedo cuando los psiquiátricos venden la idea que muchas condiciones psicológicas no se pueden curar, solo controlar. Muchas enfermedades mentales se han relacionado con ciertas sensibilidades, por ejemplo la bi-polaridad y la schizofrenia constantemente son vistas relacionadas con la creación artística. Esto te hace dudar: ¿realmente es mejor para los sujetos y la sociedad que los diagnosticados con enfermedades mentales sean tratados con un régimen psiquiátrico, mientras al mismo tiempo se niegan sus poderes de expresión? 

Al final la solución que propone la película es simplemente: ante un sistema fachistoide que reprime tu poder de expresión a toda costa a uno solo le que expresarse libremente y enfáticamente, llevara a los poderes de represión caer por su propio peso.  Por eso la sociedad siempre debería permitir un lugar para que los individuos y comunidades se expresen libremente así el goce al reprimir desvanece y el malestar disminuye, las consecuencias de la alternativa son simples: derribar a la violencia extrema desmesurado.


Gabriel Zamalloa