por Gonzalo de Miceu
“Parks and Recreation” es una serie lanzada al aire en el 2009, desarrollada por Greg Daniels siguiendo algunas de las consignas propuestas en su éxito anterior “The Office” (2005-). “PnR” sigue la línea del falso documental –aunque con menos peso que en “The Office”- y esta vez toma uno de los departamentos estatales de menor rango en Pony para adentrarse en las relaciones laborales y desafíos a sobrellevar por parte de Leslie Knopes -Amy Poehler-. Dentro del casting, cada personaje representa algún valor arquetípico colectivo imaginario dentro de la oficina estatal avocado a los parques y recreación del poblado de Pony. Es a partir de esta primera caracterización superficial que incorporamos a los personajes para después complejizar sus conflictos ético-morales. Como si toda esa carcasa estereotipada al extremo –como hacia Antonio Gasalla- ya no fuese únicamente un recurso para provocar risa, sino parte del mecanismo de defensa social de los personajes –de su apatía social-, parte del programa que señala un lugar a ocupar. Cada integrante de “PnR” ocupa un cargo necesario y funcional a la dinámica de la oficina de gobierno.
En “The Office”, Greg Daniels genera un mundo patético dentro de una sucursal papelera en Dunder Mifflin. La oficina busca sobrevivir a los ciclos económicos, a los cambios de administración, a la inoperancia laboral y al ocio. En “PnR”, el mundo originado es igual de patético, salvo que la búsqueda de Leslie Knopes –que podría leerse como el espejo femenino de Michael Scott- es el obsesivo bienestar de Pony y el ascenso político-social de la rubia que en la cuarta temporada corre para alcaldesa de la ciudad. Hay un capítulo, en el que preocupada por el bienestar amoroso de su madre, Leslie manda a buscar una antigua pareja de historia de amor inconclusa. Leslie decide sorprender a su madre encontrando y llevándole al amante desaparecido siempre y cuando no sea titiritero ni marionetista. Que no sea una persona que utilice a los humanos como si fueran juguetes. En esa justificación que da Leslie, se esconde uno de los funcionares ejemplares del personaje. Lo que sucede en Leslie es la abolición de la relación. Leslie toma por términos equivalentes humano y juguete. Un profesional que se dedica a humanizar títeres, consecuentemente se dedicaría a ajuguetizar humanos. Es como si la relación estuviera invertida en una redirección constante entre valores colocados en el mismo nivel. Es a partir de las incongruencias lingüísticas asociativas donde nacen las desventuras de Leslie, tanto en el trabajo como en su vida afectiva social. Es más, Leslie enfatiza varias veces que una de sus actividades preferidas es mezclar asuntos personales con el trabajo. Es una parodia constante al lenguaje y a las normas tradicionales cristalizadas.
El falso documental abre el campo a este juego de entrevistas cortas y miradas cómplices a cámara. Las entrevistas no aportan nueva información sobre los personajes. En su mayoría, salvo algunas escenas de catarsis, los personajes sostienen un papel, sostienen la imagen que quieren brindar a su idea de espectador. Así, las entrevistas se hacen espacio propicio para el humor. No sólo por la excesiva caracterización o aparente fundamentalismo con el que se desenvuelven los personajes, sino porque la categoría entrevista pierde su lugar de verdad. El falso documental se presta a un juego evidente para el espectador, pero no necesariamente para el espectador diegético. Entonces se puede hablar de una audiencia compuesta por dos capas superpuestas de espectadores. El espectador real y la idea del espectador diegético que se hace el espectador real en complicidad con el texto y el sujeto enunciador. Sin embargo, es como si el espectador diegético estuviera velado, como si hubiera un corrimiento que fusionara estos dos lugares, uno ficticio y otro real. En gran medida debido a que “PnR” es una serie que se emite por televisión y los supuestos espectadores diegéticos, son espectadores pasivos, la única prueba material de su existencia es la persistencia de la cámara y el equipo que filma los episodios. Así se establece la primera cruza entre ficción y realidad. “PnR” es emitida por la NBC de Estados Unidos, entonces los camarógrafos y el equipo de televisión diegético que filma en las oficinas del departamento estatal, ocupan a su vez el de equipo de filmación oficial de la NBC. Y este es el mecanismo que se pone en evidencia. Esta invasión constante, esta contaminación que más que una imitación es “la suplantación de lo real por signos de lo real, es decir, una operación de disuasión de todo proceso real por su doble operativo” (Simulacro y Cultura - Jean Baudrillard). La puesta en evidencia de esta operación genera el tono del relato. El espectador se parte, se diluye en estas dos dimensiones diferentes. Habitables las dos al miso tiempo. Imposible de habitar una sin habitar la otra. Es como si el cuerpo del espectador fuera terminalmente incorporado.
No comments:
Post a Comment