Si acaso la posmodernidad presento el problema de la fragmentación de los discursos y de la imposibilidad de los grandes relatos, la fotografía como microrrelato del instante podría ser pensada como el arte posmoderno por excelencia. El triunfo de las redes sociales, la multiplicación y la redistribución casi infinita de la fotografía digital nos obliga a repensar el estatuto artístico de la fotografía. La obra de Marco Cristiani esta sin duda atravesada por esa posmodernidad. Un espíritu que intenta reconstituir algunas de los fragmentos rotos, que va en busca de los tópicos, de aquellos lugares comunes para deteriorarlos y hacerlos renacer. Sus fotografías nunca van en busca del objeto en si, sino de las lateralizaciones ocultas de los signos. La religión es uno de esos tópicos y la mirada desprejuiciada y lumínica de Cristiani no tiene problema en acercarse para ver aquello oculto. La obra de esta nueva muestra responde a la necesidad de restituir nuevas síntesis, que cristalicen nuevos conceptos sobre el lugar del fotógrafo en el campo artístico. Pero también nuevas síntesis sobre los funcionamientos culturales de la India. Hace un tiempo atrás Cristiani declaro que la India había sido para él como la primera novia, primero te enamora y después te rompe el corazón. Esta relación es determinante en cada uno de sus encuadres y exposiciones. Para llegar a esta relación es necesario manejarse en una pureza ingenua, que le permita no tener prejuicios o preconceptos sobre el objeto.
Cuando un fotógrafo occidental decide decir algo sobre oriente se le presentan un montón de variables de problemas estéticos que Cristiani resuelve a partir de una construcción que no tenga un discurso prefabricado. Que vuelva a la mirada de un niño. En cada uno de estos paisajes de la India, en cada una de las personas retratadas las transferencias del artista se vuelven demoledoras. Muchas veces expresan la tristeza de tener que abandonar una ciudad o de nunca más volver a ver una persona a la cual se quiso, como si eso sucediera siempre por primera vez. Fotógrafo prolijo, de técnica equilibrada que todavía cree, en tiempos en donde parece ponerse en jaque la fe, que el verdadero arte nace cuando se trabaja con el corazón de la especie.
Escribe Santiago Asorey
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