Nov 9, 2011

El estado actual del cine

El carácter industrial que posee el cine, visto como mercancía en relacion a las operaciones industriales y comerciales que implican su producción y consumo, lo separan del resto de las artes. El cine, mercancía, se rige por un valor de uso y valor de cambio en detrimento del valor cultural. Asi es como los fenómenos de producción ingieren en el consumo del mismo: star system, los géneros, la publicidad; todas garantías del funcionamiento mercantil. De este modo el cine que vale es el que vende, el que mantiene a la industria en funcionamiento y a los exhibidores y distribuidores contentos. Para ser producidos los films deben ser consumidos, sin dinero el cine no existe. Por lo tanto los films están investidos por las leyes del mercado en el que son producidos y en el que circulan. ¿Pero que sucede con todo ese cine que no tiene fines meramente comerciales, que se inscribe en una zona independiente en busca de fines autorales y estéticos en lugar de lucrativos?

Actualmente el escenario del cine en la Argentina esta mutando hacia un proteccionismo del cine local contra el monopolio del cine yanqui. La Resolución 2114/2011 prueba esta teoría, la misma dispone cobrar un canon a las películas extranjeras por “derecho de exhibición” de acuerdo a la cantidad de pantallas en las que la película será proyectada simultáneamente. El canon se cobraba de modo indistinto a todo lo referido a cine extranjero, pero ante el reclamo de los distribuidores independientes, se resolvió que se debe pagar sólo cuando se superen las 15 copias. Lo cual tampoco ayuda a las distribuidoras independientes dado que deben de acotar su cantidad de copias para evitar el pago, de esta forma están siendo marginalizadas a un sector minoritario de exhibición. El espíritu de la resolución es desalentar el incremento de copias de películas extranjeras a favor de habilitar más pantallas para la exhibición de cine nacional, pero no se tiene en cuenta al cine independiente, quedando este relegado a una zona al margen, teniendo que combatir con las mega producciones y ahora con el proteccionismo nacional.

Las películas norteamericanas seguirán colmando las salas con sus películas más allá del impuesto, dado que poseen del capital para invertir. Los damnificados nuevamente serán los sectores independientes, puesto que los distribuidores al tener que pagar un mayor canon por estrenar venderán sus copias a los complejos multipantalla en lugar de los cines de barrio o del interior. Es más rentable tener 4 copias en un complejo que enviar una copia al cine de barrio que dispone de menos butacas y de menos llegada al público. Claramente esto es una injusticia, por ser un cine de menor categoría el cine de barrio se quedara sin poder ver la última de Batman por citar un ejemplo. Aquí es cuando ingresa la FADEC (Federación Argentina de Exhibidores Cinematográficos) proponiendo que se limite la cantidad de pantallas repetidas en un mismo complejo, liberando espacio para el estreno de más cine nacional y dando lugar a que se distribuyan copias por el interior del país. Resolviendo la problemática de la discriminación de las salas de una categoría inferior a los complejos.

Sintetizando la resolución ayuda al cine nacional cobrándole un impuesto al cine extranjero, ahora los damnificados no son los tanques hollywoodenses ya que disponen de un presupuesto elevado como para pagar el canon, la víctima de esta situación es el llamado cine de autor o cine independiente. El mismo no cuenta con ningún tipo de protección por parte de esta ley, esta olvidado. Y si bien es cierto que es necesario promulgar el cine local, con fines culturales es también necesario ofrecerle al público un cine con un valor estético innegable como puede ser el cine sueco, coreano, japonés, francés, iraní, etc. Este cine queda huérfano, no cuenta con el presupuesto de la industria ni con la contención del estado. Corriendo el riesgo de que sus copias queden abandonadas sin su posible estreno.

El cine siempre se halló en la puja entre el entretenimiento y el arte. El capitalismo supo explotar el primero dejando la parte artística relevada a un circuito privado de festivales y museos. El cine de autor en lugar de ocupar la sala cinematográfica  pasa a ocupar la sala de un museo. Literalmente se quiebra al cine en dos, por un lado el cine pochoclero y por otro lado muy alejado el cine de autor, reducido a un publico selecto e imbuido por el mercado del arte. El común del espectador no va a dirigirse a un museo a ver una película y bien si lo hace no es la misma experiencia. Surgen dos espectadores diferentes que están bien delimitados. A estos dos se le sumaria el tercer tipo de espectador que es el que ya resigno su ida al cine y lo consume desde su computadora tirado en su cuarto.

Para acomodar un poco las ideas el cine esta sufriendo cataclismos que amenazan con su existencia, por lo pronto con la existencia del cine como se lo conocía desde sus orígenes. Tenemos por un lado las salas cinematográficas que se dedican a pasar cine norteamericano y ahora con esta nueva resolución un poco más de cine nacional, tenemos los lugares alternativos como son los museos para ver cine de autor, y tenemos Internet para el consumidor que ya resigno el ritual cinematográfico y prefiere no pagar nada por consumir el cine desde la pantalla de su computadora, obviando el idealismo de la sala oscura y consumiendo literalmente el cine como mercancía, como objeto desligado de cualquier fin aurático, absorbiendo lo narrativo y relegando la experiencia audiovisual a una memoria de la que ya no son parte. El ritual cinematográfico esta siendo destruido.

El problema que atine a esta situación es que el cine esta perdiendo su pluralidad, tanto en la elección de las películas a exhibir como en el público mismo que convocan. Los estrenos tardíos hoy por hoy son un caso paradigmático de los tiempos que corren. El no poder estrenar la película en simultáneo implica que la copia de la misma pueda filtrarse por Internet perdiendo cualquier posibilidad taquillera. Ese fue el caso de Scott Pilgrim en España, la película contaba con fines rentables para las salas pero los distribuidores decidieron posponer su estreno. Para el momento que se estreno la misma tenia más descargas en alta definición en la red que butacas vendidas. El estreno tardío incide directamente en la ganancia que pueda obtener la película dado que en la actualidad, las películas deben de enfrentarse con la piratería y con Internet. Además no hay que olvidarse del elevado precio de la entrada que sumado a la espera, casi que obliga al espectador a optar por opciones ilegales para poder hacerse con el visionado del film.

Las distribuidoras tanto como los exhibidores poco les importa el criterio estético a la hora de decidir que películas que valen la pena. Es por esto que películas como “Rosetta” de los hermanos Dardenne fue exhibida 11 años después de su estreno. Sufriendo de las desventajas propias del paso del tiempo, ya no solo contra la difusión e impacto de las copias piratas, sino también en la eficiencia y alcance de su publicidad.

Retomando el cine se esta sectorizando y fragmentando en diferentes espacios para el visionado y para el tipo de publico convocado. Lejos quedaron las salas donde se podía escoger verdaderamente que ver dentro de un abanico de posibilidades. Hoy tenes los complejos multipantalla para el 3d y el cine pochoclero, el MALBA para el intelectual y la computadora para el nihilista.

Jennifer Nicole Feinbraun

1 comment:

  1. Hay que correrse desde lugar de victimas. El independiente fracasa en las masas, porque sus propios fracasos. No ha logrado encontrado la forma sublime de la culuta popular fusionada con la alta culutra, si se quiere.

    Pedro Alberto Merluza Sabol

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