Nov 17, 2011

Five Long Takes. Dedicated to Yasujiro Ozu (2003) –Abbas Kiarostami


Ensayo sobre la contemplación

El titulo de la película previene al espectador de su contenido, cinco tomas largas separadas por unos intervalos musicales. Más allá de estar prevenidos la sorpresa no tarda en aparecer, el acostumbramiento de visión de la que somos parte la gran mayoría del publico hace que la propuesta de Kiarostami en principio nos resulte insólita. Nos preguntamos desde el inicio del metraje de que se trata eso que estamos viendo, ¿se puede hablar de cine? ¿de documental? ¿que son estos cinco fragmentos?, claramente Kiarostami nos pone en una situación inquietante dado que no hay respuestas, no hay lógica, simplemente contemplación nata de la naturaleza.

El cineasta iraní ha cultivado la demora como recurso estético en gran parte de su filmografía, no ir en busca de la acción sino esperar a que ella se nos revele. En este caso paradigmático alude al mítico director japonés Yasujiro Ozu adentrándose en una retórica extrema de la reducción. Para rendirle homenaje a lo que pudo ser uno de sus mentores lleva su cine al límite. Recurre a la cámara fija (exceptuando la primera toma que esta grabada con cámara en mano), sin cortes, con planos vacíos cargados por el magnetismo de la naturaleza. A través de estas decisiones estéticas revalora la idea de vació desde una óptica oriental que encuentra en el vació la positividad en contraposición a occidente.

Kiarostami explota el contacto directo con la realidad mediante una observación paciente de las manifestaciones de la naturaleza, que surgen de lo que podría ser tildado de insignificante. Este transmitir directamente la visualización del instante vivo y univoco de la vida es lo que carga de un sentido nuevo todo eso que transcurre. Como una ventana al mundo, estas cinco largas tomas con esfuerzo, pero con resultado nos permiten deslindarnos de todo un bagaje de visión espectacularizada y volver a un estado primitivo de reflexión y quietismo frente al mundo. La continuidad natural que exige la acción de los escenarios viene de esta necesidad de desprendernos de lo rutinario y vivenciar un tiempo puro.

Uno de los principios que se tiene establecido como implícito en el cine es que este debe ser narrativo y es así como siempre tendemos a organizar narrativamente nuestras experiencias visuales. Este ensayo sobre la contemplación, nos perturba porque nos quita del lugar común. El primer fragmento de la serie se trata de un plano cerrado de un tronco que da batalla a un mar que lo arrastra y lo quiebra. El ir y venir se carga de tensión ante la necesidad de quien mira esperando que algo ocurra, el quiebre del tronco y la posterior desaparición de una de sus partes en el fuera de campo implican un deseo de acción que es ilusorio, la escena es puramente contemplativa pero no nos contentamos o mejor dicho no nos reconocemos ante esa construcción por lo tanto doblegamos la situación hacia algo que no lo es. A medida que los fragmentos se suceden esta situación se va apaciguando, entramos en la diegesis propuesta por Kiarostami y nos dejamos llevar. Es por esto que la visualización de Five es liberadora, la misma nos transforma, nos acalla de pensamientos y allí es donde aflora la verdadera poética que rinde tributo a Ozu.

Jennifer Feinbraun


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