Reseña Crítica
La serie de James Bond ha sufrido mutaciones a través del tiempo que radicalizaron el concepto de Bond como referente de la vanguardia tecnológica y de la elegancia inglesa. El resultado lógico de estas mutaciones terminaba transformando a las películas del 007 en catálogos de autos, relojes, perfumes, mujeres (en este mismo orden inclusive). En Quantum of Solace, Marc Forster decide dar un giro de esas películas -catalogo para mostrarnos un Bond con dilemas morales sobre la corrupción internacional que influencia también a sus propios jefes. Este Bond podría ser leído como el Bond de la crisis moral y económica. Al mismo tiempo un personaje capaz de seducir a aquellos espectadores que disfruten de las coreografías grandilocuentes de la violencia que se pueden ver durante las casi dos horas que dura la película. La batería de efectos especiales y de persecuciones terminan diluyendo algunos de los aspectos claves sobre el conflicto y la construcción del universo narrativo. Por ejemplo bajo la intencionalidad de mostrar conflictos de actualidad se nos muestra una Bolivia irrealista en donde el trilladísimo lugar común, de una Latinoamérica gobernada por dictadores militares malvados, aparece como la clara visión del hemisferio del Norte sobre las políticas del Sur. Con solamente ver esta evidencia podríamos pensar que cuando las películas de Bond intentan bajar a tierra empiezan hacer agua por todos lados. Al fin la carcasa argumental no tarda mucho en parecerse a una excusa para que Daniel Craig muestre sus virtudes atléticas. Llevado esto al punto en que se extraña los comerciales de perfumes de Pierce Brosman. Se extraña los días en que vendías perfumes. Por los menos aquellas peliculas olían bien.
Escribe Santiago Asorey
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