Cuando Onetti empezó a escribir a fines de los cuarenta, La Vida Breve es muy probable que no haya sabido que ese libro se iba convertir en una composición fundamental para pensar la novela moderna latinoamericana. Que se iba a convertir en el primer escritor en darnos una narrativa que pudiese ser una mixtura de dos universos tan disimiles como lo son el de Arlt y el de Faulkner, y yendo aun mas lejos creando un sistema literario tan denso, salvaje e intratable que lo colocaría en el epicentro de la literatura latinoamericana. Era imposible saber para Onetti que La Vida Breve pertenecería con el tiempo a esa lista de novelas existenciales imprescindibles como lo son también Los Siete Locos y La Nausea.
Empiezo de esta manera porque me es imposible disociar La Otra Mujer de Woody Allen y La Vida Breve de Juan Carlos Onetti. Las dos narran la historia de un personaje que escucha través de un muro la historia de desconocidos. Tanto el personaje que compone Gena Rowlands, como el Brausen de Onetti, se enfrentan a la escucha de la otra vida posible. Las dos historias nos someten a la experimentación de la ficción en diferentes dimensiones de la diegesis. Es decir la ficción dentro de la ficción. Cuando Marion escucha a través del muro la historia angustiante de otra mujer, abre también un agujeró dentro de la historia que nos lleva a otra dimensión ficcional que ella misma va construyendo. Marion empieza a proyectar en esas pequeñas confesiones, la posibilidad de lo no vivido, todo aquello que es imposible en su vida racional, como confesarse con un psiquiatra. Pero sobre todas las cosas para Marion la otra mujer simboliza la posibilidad de una vida que no fue, el hijo que Marion nunca tuvo por decisión propia. El Brausen de la Vida Breve empieza también a proyectar en la historia de la Queca , una posibilidad de supervivencia del orden de lo virtual. Lo que Onetti nos vendría a decir es que cuando el mundo físico y carnal se nos niega, la única posibilidad de supervivencia es la de crear mundos fantasmaticos. Onetti se interesa en construir en Brausen una conciencia de esa virtualidad para la supervivencia y afianzar su retorica en esa conciencia. Brausen sufre la amputación de la carne de su esposa como si fuese la propia. Lo que termina dando como resultado la negación de lo carnal. Algo similar ocurre con Marion en La otra mujer, ya que la vejez y la negación de lo sexual por parte de su esposo la terminan desplazando hacia una vida puramente intelectual y vacía que termina por encontrar en la historia de la otra mujer, una vida virtual paralela. En primera instancia tanto Woody Allen, como Onetti parecieran insinuar un cine y una literatura existencial.
Son muchos los que marcaron esta etapa de producción de Woody Allen como la más cercana a la obra de Bergman. Efectivamente la influencia del director sueco se hace visible en esa ambición conceptual y simbólica que el director americano explora en diferentes planos. Tanto el plano onírico, como el plano realista, se intercalan en limites indiscernibles que desarticulan cualquier tipo de efecto de la retórica racional que pueda utilizar Marion para tratar de explicarse. En terminos Deleuzianos la indiscernibilidad del cristal nos permite experimentar un ir y venir desde el mundo de la vigilia al mundo de los sueños. La manera en que Marion se queda dormida como preludio a la historia de la otra mujer, nos da la clave para entender la homologación inteligente de lo ficcional y lo onírico en un mismo plano. En una escena demasiado enfática podemos ver al personaje de Marion poniéndose una máscara y besando a su primer esposo. Es esta acción la condensación del conflicto que envuelve al personaje. Para Marion todos los lazos construidos con los demás personajes están intermediados por una armadura racional que termina por devenir en su propia alienación. La máscara podría ser la máscara de la razón pero también podría ser leída como la máscara de la ficción, en el sentido en que la película solo puede crecer a medida que Marion construye la historia de la otra mujer.
Tomando tanto La Vida Breve como la Otra Mujer podríamos trazar dos tesis sobre la ficción dentro de la ficción. Por un lado una tesis latinoamericana y por el otro una tesis angloamericana. La tesis latinoamericana que se nos propone en Onetti nos muestra personajes expulsados de la realidad hacia una ficción virtual, porque la angustia existencial se conecta también con cuestiones básicas de la realidad material y de la fragilidad de la vida en nuestro contiente. Para empezar el Brausen de la novela tiene que trabajar de algo que detesta para poder vivir, sufre la opresión de vivir al borde de la pobreza y vive en una sociedad en donde la vida se sostiene de un hilo, una sociedad conectada con las fibras de lo irracional. Inclusive el final de la novela cierra a través del pasaje de Brausen del mundo real a la ciudad ficcional de Santa María. De alguna manera la tesis onettiana de la ficción dentro de la ficción, nos vendría a decir que cuando no hay vida real posible la traslación hacia el mundo de la ficción termina en términos disolutorios de lo real. Por el otro lado la tesis angloamericana que Woody Allen construye nos muestran una realidad diferente y por ende un resultado distinto también. Marion también se sumerge en el mundo de la otra mujer, pero de alguna manera el movimiento final nos muestra como rebota de esa ficción de vuelta a la realidad. El motivo por el cual Marion rebota de esa ficción y vuelve a enfocarse en su vida, dejando atrás lo que sucede detrás de la pared tiene que ver, con algo fundamental que es la naturaleza burguesa que hay en su conflicto. La redención instantánea que se le otorga al final a Marion nos muestra que en realidad esa angustia existencial tiene algo del orden de lo superficial o de la queja disfrazada de angustia existencial. Woody Allen filma en su película algunos de los conflictos que preocupaban a la alta burguesía americana a mediados de los ochenta. Lo hace basándose en la verdad poética de sus personajes y no en los tópicos pero sin dejar nunca hablar de ellos. El problema de la imposilbidad de conciliar la vida laboral y la maternidad, las nuevas formas de la familia moderna en que el divorcio ha devenido, son algunos de los conflictos que se proyectan. Pero estos conflictos no son para los personajes de Woody Allen impedimentos para seguir viviendo. De esa manera la ficción no tiene el mismo carácter de supervivencia que si tiene en el mundo onettiano. Onetti necesitaba construir ideas como respuestas para hacer posible una vida paralela a la vida real. La tesis angloamericana de la ficción dentro de la ficción no tiene esta característica, se encuentra mas cerca del lujo de hacer arte que del la necesidad de sobrevivir.
Escribe Santiago Asorey
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