Jun 29, 2011

El septimo continente (1989) Michael Haneke

“El día que apagaron la luz” 

« El suicidio sólo debe mirarse como una debilidad
del hombre, porque indudablemente es más fácil morir
que soportar sin tregua una vida llena de amarguras..»

Johann Wolfgang Goethe 




Haciéndose de la noticia de un suicidio colectivo de una familia en Austria en 1989, Haneke inaugura su filmografía y trilogía. Desde el inicio del film se vive la tensión de ese desenlace evidente, el espectador queda sumido en un juego perverso donde la esperanza ha sido clausurada. Desde el plano secuencia inicial se ve como estos personajes se encuentran imposibilitados de acción, en un mero transcurrir que los acerca cada vez más al fin. La cámara nos deja junto a ellos, aun sin rostro, aun sin identidad, encerrados en ese interior traumatizado por la falta de conexión con el exterior que se haya ajeno, caótico, indescifrable. La mirada del espectador como la de los personajes queda obstaculizada, la visión hacia el afuera nos es negada.
Durante los 105 minutos de duración de la película nos embarcamos  en la rutina agobiante de una familia burguesa de buen pasar. A través de diversos recursos estilísticos Haneke logra de esos 105 minutos una eternidad angustiante, que hacen despertar la pregunta ¿Qué hacer ante un medio adverso?¿Qué hacer cuando la quietud y la rutina mataron lo humano?¿Como asumir el fin?. Paradójicamente en el transcurrir del film la muerte se vuelve liberadora, mientras que la vida se vuelve una tortura. El director desde el inicio nos prepara para ese desenlace violento, frío y calculador que proclama esta familia latente de vida.
En su opera prima Haneke deja establecida su visión critica y distanciadora con respecto a la sociedad burguesa. Es interesante como no sólo desde el contenido deja evidenciado su postulado, sino que esto se manifiesta a través de los recursos estilísticos que decide explotar.
Por un lado hace uso de la fragmentación de los cuerpos y el accionar mediante el uso del plano detalle y el desencuadre, es así que el cuerpo pierde su identidad volviéndose fetiche de sí y las acciones pasan a formar parte de una de las tantas piezas de este rompecabezas sádico. A la vez al unir estas naturalezas muertas en una cinta de montaje fordista el automatismo queda promulgado. No satisfecho prosigue haciendo un uso aberrante de los tiempos de cada plano, asumiendo un ritmo provocador. Pasamos de planos deliberadamente extensos a otros que pasan ante la retina sin pestañeo posible. Así es que el espectador no puede sucumbir al visionado pasivo sino que debe asumir activamente este cine, ya sea para defenestrarlo tanto como para amarlo. 
En este aspecto es interesante hacerse eco de un plano que condensa a la perfección su película y su cine. Plano fijo de minutos considerables de unas niñas saltando un taburete en su clase de gimnasia, el movimiento se repite, pasa una, pasa otra, no logramos identificarlas, todas hacen lo mismo, se encuentran alienadas, la diferencia entre la maquina y lo humano se vuelve indiscernible. Este plano causa un efecto de rechazo en el que lo ve, dado la claridad de su mensaje y lo cotidiano de la acción. Nos identificamos y al vernos reflejados sentimos incomodidad, nos repele y nos hace cuestionarnos o bien negarnos en el insulto, al creador de esa basura. 
            Corte a negro, el tiempo parece detenerse y nuevamente presenciamos situaciones ya vistas, el accionar se repite lo que cambia es el tono. En el transcurrir del film los personajes deshumanizados desde la cámara y sus gestos van mutando hacia seres con emociones, con reacciones no premeditas, el llanto les es devuelto. Al tomar la decisión de desprenderse de todos sus bienes, renunciar al sistema y pensar en un más allá fuera de ese no estar, de esa nada en la que se veían inmersos, más vivos se los ve. Si bien en el momento del suicidio sienten miedo ante la muerte, es también en este momento donde más exaltan su lado humano, el amor.
            A modo de conclusión provisoria se puede decir que su primera película deja un mensaje desolador, dado que toma la noticia de un suicidio como forma de escape a la sociedad actual. Sin pecar de ingenua el hecho provocativo de la noticia acarrea en él sus ganas de generar un impacto en quienes presencien su cine, no veo que Haneke sea tan pesimista como muchos creen, sino pienso que su posición es didáctica e instructiva. A través de su obra busca la conciencia del espectador mediante el distanciamiento critico, expuesto su discurso deja al espectador plagado de preguntas, las respuestas jamás son dadas y allí reside la angustia ante la necesidad del pensamiento. 

Jennifer Nicole Feinbraun

1 comment:

  1. Muy buena crítica.
    Entiendo lo de la docencia, pero yo prefiero la comodidad de las respuestas.

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