Feb 29, 2012

War Horse (2011) - Steven Spielberg

Reseña Crítica
por Jennifer Nicole Feinbraun


Lo único admirable del último film de Spilberg es intentar hacer una especie de surmenage entre un drama pastoral como “Days of heaven”, un melodrama del calibre de “Lo que el viento se llevo”, una película bélica como bien podría ser “Rescatando al soldado Ryan”, un drama con tintes históricos y moralistas por demasía como “La lista de Schindler” y una película como “Hachiko” donde Richard Gere mantiene una relación con un perro, aclaración meramente afectiva. Al asumir el visionado de una película que desde su portada se presta como un drama que involucra la relación entre un caballo y su dueño, queda clausurada la critica desmedida. Uno sabe muy bien que esta película pinta ser un drama cursi de la amistad entre un hombre y un animal, un afecto pueril y artificioso. Pero al tratarse de Spilberg uno siempre quiere esperar un poco más, despierta cierta inquietud y uno termina por asumir el riesgo de un metraje de casi dos horas y media. 

La cinta da inicio con el nacimiento de Joey, personaje central y núcleo de todas las relaciones que atraviesan la película. Unos planos de magnificencia visual nos presentan a este maravilloso caballo y a un afeminado Jeremy Irvine asumiendo el rol del joven Albert Narracott, adulado por la musculatura y el pelaje reluciente del animal. Años después el padre del joven en medio de una subasta desleal consigue al preciado caballo, esta subasta representa el comienzo de la relación entre Joey y Albert y la debacle económica de la familia endeudada por el animal. La guerra no tarda en tocar la puerta de los Narracott, el padre debe vender el caballo de su hijo para sustentar las deudas con el vil arrendatario.


El retrato de la vida rural se tiñe de un paisaje barroco que da paso al comienzo de la Primera Guerra, unas campanadas inauguran la batalla y la película ingresa en el género bélico. A través de la guerra se ven las peripecias del pobre equino que pasa de dueño en dueño, de bando en bando y de batalla en batalla. El director no duda en asumir por momentos el punto de vista del animal, que a modo de ser no corrompido por el entorno, juzga desde su mirada inocente las crueldades de la guerra. Como si sólo el animal pudiese entender lo insensato de la masacre humana.

La película explota la capacidad innata de Spilberg por dotar de humanidad tanto a animales como objetos o extraterrestres, admirablemente trabajado en “ET”. Además el humanismo adjudicado al caballo pareciera contaminar a cada uno de sus respectivos dueños, llegando al extremo de patetismo cuando en una escena que se desarrolla en medio de las trincheras Anglo-Germanas, dos soldados de los respectivos bandos se solidarizan mutuamente para rescatar al caballo herido, olvidando sus diferencias y la guerra que contextualiza como contrapunto irónico esa escena plagada de cursilerías a lo Chris Morena.


Es real que sólo Spilberg puede permitirse una película de estas magnitudes, sólo Spilberg puede volver tolerable una historia que se cae de madura. La seguridad adquirida como cineasta le da la cintura de no temer al hacer un film que no rehúsa en ningún momento a lo sensibloide sino que con orgullo lo lleva al extremo. Como el plano del reencuentro al final de la guerra, Joey esta a punto de ser sacrificado por sus heridas letales, Albert con los ojos vendados por una explosión que sufrió en una de las trincheras escucha el relincho de Joey a la distancia, Albert reproduce el llamado especial que ellos mantenían al comienzo de la película, el caballo lo escucha y como en una película de amor bien trillada los enamorados entre la multitud se reúnen. Spilberg deja al espectador boquiabierto, es que únicamente él es capaz de hacer algo así de manera naive pero a la vez noble.

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