Reseña Crítica
por Gonzalo de Miceu
“A gifted man” es la serie creada por Susannah Grant y estrenada en el 2011 por la CBS. La primera temporada narra las desventuras del Dr. Michael Hort, interpretado por Patrick Wilson, tras ver interrumpida su rutina exitosa, tanto a nivel profesional como económica, por la reciente muerte de su ex esposa que se le aparece en visiones cotidianas y pone en cuestión sus decisiones de vida. El autosuficiente Dr. Hort carga con la tradición médica de dones y conocimientos que recorren desde el cirujano mercenario de la manga y anime Black Jack al contemporáneo Dr. House. La serie plantea como puntos de tensión constantes el abismo que separa la calidad del servicio médico para clases sociales dispares, el ataque directo al health care estadounidense y el conflicto moral del don y la carga en íntima relación con paradigmas místico-racionales contrapuestos.
“A gifted man” peca de new age barato por donde se la mire. La estructura narrativa arrastra el mito de los fantasmas navideños que vienen a poner las cosas en orden; salvo que Michael Hort no detenta una falencia de carácter trágica, más bien pequeños desvíos y hermetismos que su antigua mujer ahora fantasma se ve dispuesta a corregir. En trazos generales, cada capítulo presenta dos casos extremos, uno que toma lugar en la clínica del Dr. Hort y otro en la clínica Sanando. De este modo se pone en colisión a un mismo médico en su afán de ayudar, con recursos desemejantes para clases sociales heterogéneas. Cada emisión es acompañada por las fricciones que se traslucen entre la ciencia y la espiritualidad con pretensiones de reconciliación.
Cualquier complejidad, cualquier conflicto moral propuesto por la serie, queda agotado por la superficialidad de los tópicos. La cámara en mano tampoco ayuda. Una cámara ligada a querer imponer la estética agitada de la peligrosidad médica más que a acompañar el desarrollo interno de los personajes. Los protagonistas se ven forzados a correr con la cámara más que a detenerse en la amplitud ética de los conflictos que los aquejan y polemizan. La serie se hace light, y la ciencia y el misticismo banales.
Cuando me dispuse a mirar “A gifted man” pensé que las disposiciones técnicas y estéticas iban a explotar la reflexividad. Me parecía lo más indicado recorrer los caminos de “In treatment” (2008-2010) por ejemplo, más que amortiguar la densidad temporal en un devenir aparente y apresurado. La principal falla de “A gifted man” es estética y esto se traduce en la poca creatividad de Susannah Grant, en la poca resolución a la hora de crear personajes verdaderos. “A gifted man” es una serie que no resiste más de dos capítulos. Una segunda temporada sería igual de milagroso que su afán por alcanzar una expresividad entre la ciencia y la sensibilidad mística.
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