Dec 16, 2016

Tesis sobre un homicidio (2013) - Hernán Goldfrid

Crítica
por Gonzalo de Miceu


“Tesis sobre un homicidio” es un film que se plantea dentro del policial negro pero que amplia y subvierte algunas de las convenciones más populares. Ricardo Darín interpreta a un abogado retirado que dicta un seminario en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Este personaje, Roberto Bermúdez, va a ocupar el lugar del detective que busca desentrañar un caso de homicidio acontecido en los alrededores de la universidad. El detective del cine negro es aquel personaje que transita la frontera de la legalidad. Aquél que ante el silencio de la institución lleva el caso por sus propias manos. La ilegalidad en Bermúdez se relaciona con la falta de cooperación y retención de información frente a los procedimientos estándares de una investigación policial. Sin embargo, no es la corrupción lo que lleva al personaje a apartarse de un marco normativo de indagación; sino, la ineficacia y la poca respuesta a la hora de resolver un crimen.  Este sería el motivo más superficial que acompaña al personaje en su búsqueda individual; y, la excusa para manipular los recovecos estatutarios en beneficio de información. Así como el marco socio-legal es corrompido por el asesinato que perturba la paz pública,  el crimen se liga personalmente a Bermúdez aportando la condición para despertar la acción completa. Todo ello sostenido por dos cualidades imprescindibles en la construcción de un personaje-detective. Por un lado el talento analítico, la experiencia, y la dote de conocimientos. Que en “Tesis sobre un homicidio” son construidos a partir de un viejo lobo del derecho. Por otro lado, el sentido del bien. Pero este sentido no tiene que ver únicamente con un concepto socialmente activo del Bien. Porque como sucede en el film, la propia noción de justicia es continuamente disertada. El sentido del bien se vincula  con la intuición del personaje-detective. Una intuición que se expresa por medio de la corazonada, y que en la mayoría de los films de género espera su resolución final despejando todas las dudas y enalteciendo la figura del detective. Recapitulando, en “Tesis sobre un homicidio” se presenta un hecho que irrumpe el orden social y que a la misma vez vincula íntimamente al detective y al asesino, siendo el hipotético asesino uno de los alumnos de Bermúdez que además comparte un pasado familiar borroso con el detective. La acción se desarrolla a partir de un juego de provocación que también acarrea una confrontación generacional entre la juventud y la vejez.

Así como el film transcurre desde el punto de vista del detective, teñido por el cigarrillo y el whiskey de etiqueta, la soledad y una historia de amor frustrado generan capas en el personaje. Aquí entra en juego el papel de la víctima. Una mujer joven y bella que a partir de la incitación genera algún nivel de culpa y responsabilidad en el detective. El caso adquiere otra dimensión personal, cuando Bermúdez se involucra sentimentalmente con la hermana de la víctima en una subversión cualitativa de la femme fatale. La inocencia y la juventud son parte de los atractivos de Laura Di Natale. Pero aquí la femme fatale no es la perdición del detective, sino que es rebajada a una pieza más en el juego de provocación entre el héroe y el villano.

Gonzalo, el asesino, a su vez comparte dos motivaciones de órdenes distintos. Por un lado un desafío intelectual. Por otro, una motivación oscura de índole familiar en un pasado que apenas se deja entrever. Gonzalo es aquel que  mueve el primer peón en esta suerte de partida de ajedrez que va a marcar la estructura de la develación del enigma. El enfrentamiento se desarrolla bajo la tríada: acción-provocación-reacción. Buscando sorprender, anticipar y prever los movimientos futuros del contrincante. Esta es en términos generales la estructura que va a entrecruzar los conflictos personales con el desarrollo del caso, haciendo de todos los involucrados piezas en un tablero de ajedrez.

Para analizar el desarrollo y desenlace de “Tesis sobre un homicidio”, me es grato traer a colación otra película que comparte algunos tonos y procederse. El film en cuestión se titula “The Pledge” (“El Juramento”, 2001), protagonizado por Jack Nicholson y dirigido por Sean Penn. “The Pledge” retoma a un policía retirado que se muda a las afueras de la ciudad con el objeto de resolver una serie de asesinatos que tienen como víctimas a niños. Así es como el policía monta una fachada de vida pueblerina para monitorear y vigilar al asesino en secreto. Una fachada que termina incluyendo a una madre soltera y su hija como parte de las piezas del juego de provocación entre el héroe y el villano. Más allá de que el personaje que interpreta Jack Nicholson y el de Darín presentan características similares (la soledad, la bebida, el dominio y conocimiento de la materia, la predisposición a resolver el caso hasta sus últimas consecuencias) hay una diferencia estructural fundamental. Mientras que en “Tesis sobre un homicidio” se presenta un conflicto con dos contrincantes conscientes y activos, en “The Pledge”, es el detective el que se expone y manipula en búsqueda del asesino serial sin que éste tenga conocimiento. Por lo que podría concluirse que el asesino es inconscientemente amenazado por la presencia del policía. En “Tesis sobre un homicidio” sucede lo contrario. Aquel que posee el saber absoluto y manipula los hilos de la partida, es en última instancia Gonzalo.

Más allá de ésta digresión estructural, el desenlace trágico termina siendo similar. Sea cuales fueren las motivaciones, el asesino se sale con la suya, y el detective a pesar de llevar la razón, es tratado de loco y abandonado una vez más en compañía de la bebida. Lo trágico inicia por enlazar un sentido de bien que aglutina el concepto social de justicia y la purgación individual. En ambos films éste sentido del bien resulta inaccesible, o por lo menos únicamente asequible a nivel teórico-abstracto e individual a partir de la sentencia: “el detective tenía razón”, sin su correspondencia institucional y resarcimiento social. Ese es el punto trágico. No hay resarcimiento a la afrenta social. En lugar de suceder como en los films negros clásicos donde lo teórico y lo práctica se combinan en el personaje del detective para equilibrar un sistema ineficaz y una ilegalidad oportunista y dar con la resolución del caso e imponer una justicia esencial; el detective falla en la practicidad y el film termina deslindando la esfera teórica y su consecución práctica automatizada. De esta forma se genera una fuerte ambigüedad al poner en tensión una verdad que permanece en el espacio del intelecto y no alcanza su correlato material. Que además responde tanto a una causa individual como una causa social.



Esta ambigüedad con la que trabaja Hernán A. Golfrid, el director del film, se extiende a la construcción del sujeto enunciador para escenificar una suerte de objetiva dentro de una subjetiva con marcas puntuales del sujeto enunciador. El film transcurre filtrado por los ojos del protagonista, mostrando el Buenos Aires gris del derecho. Esta subjetividad está reforzada por los primeros planos y el constante entorno fuera de foco, como por la música que acompaña los varios momentos de introspección. Con esto en consideración hay una decisión acertada a la hora de elegir que mostrar y que no. Como sucede en muchas películas sobre asesinos seriales, usualmente el montaje se parte para ofrecer una escena que focalice en el asesino y su culpabilidad. Esto puede ocurrir tanto al inicio de la narración, para trabajar el suspense por ejemplo, como hacia el final, si se busca un golpe de sorpresa o reafirmación más contundente. En “Tesis sobre un homicidio” hay una decisión marcada de no enseñar directamente la culpabilidad del homicida. Las únicas excusas para considerar la presunción, son la dialéctica de provocación y la fuerte corazonada de Darín que late con la cámara. Esto no sólo refuerza la subjetividad, sino que en el único plano donde Gonzalo se muestra abiertamente culpable sostenido el arma del delito, la identificación de la cámara con el punto de vista del personaje tiñe la percepción de lo mostrado. Se genera la duda de si la prueba del delito corresponde a la visión enferma de un personaje enfermo o a un orden objetivo de la realidad que el sujeto enunciador está dispuesto a transitar. Este posicionamiento se intensifica aún más en los planos finales del film. La cámara se libera del personaje principal, y al estilo de “Citizen Kane”, ingresa en la hoguera para presentar el Rosebud del delito. Este procedimiento de Orson Welles que dividió la crítica interpretativa en mérito de una explicación definitiva dirigida al espectador, o un dato insignificante, casi a modo de burla; también está presente en “Tesis sobre un homicidio”. Salvo que el plano del abrecartas derritiéndose al fuego es seguido por un despertar del detective. Una vez más aquella liberación del sujeto enunciador podría pertenecer a la instauración de un orden objetivo, como a una proyección abierta del protagonista.

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