Mariano Cohn y Gastón Duprat
La culpa, causa y consecuencia de la mirada de un otro
«Trabajé por lo que más necesitan los
hombres hoy: el silencio y la paz»
Le Corbusier
En una sociedad donde el ser debe amoldarse a representaciones estipuladas para pertenecer a cierto estatus, la mirada indiscriminada de un otro que emerge en el ámbito de lo privado puede ser destructora. Actualmente el sujeto ve erosionada su propia identidad en detrimento a la gestada por el sistema. A través de este proceso cínico de unificación de la era globalizada el ser fue perdiendo su parte humana en pos de volverse parte del engranaje maquiavélico del poder. En este estado de control implícito en los diversos dispositivos del poder, la mirada de ese otro que queda por fuera, es la única capaz de exponer y así desestabilizar ese mundo “ideal” plagado de grietas.
El cine, construcción de mirada, hoy se halla en un lugar crítico y vertiginoso. El ojo obstaculizado por la multiplicidad de imágenes circundantes perdió el eje de visión. Se produjo un agotamiento de la sensibilidad en el espectador que atosigado por el flujo incandescente de imágenes quedó en estado de total ceguera ante lo percibido. La relación entre real y representación se volvió ambivalente dando lugar a la indiscernibilidad. Planteada la situación de la mirada, es pertinente introducirnos en el film “El hombre de al lado” ya que el mismo se hace eco de este estado, analizando la mirada y lo que implica esta en el otro.
Los títulos de la película se inauguran con una pantalla dividida, blanco y negro, hombre y lado, Rafael Spregelburd y Daniel Aráoz, exterior e interior, luz y oscuridad, el accionar y su consecuente. Desde este plano dicotómico queda simbolizada y estructurada la división inasible de esos dos personajes, de esos dos lados de esa pared medianera.
En primera instancia se ingresa en la cotidianidad de Leonardo, consagrado diseñador industrial que vive en la casa Curuchet diseñada por el icono de la arquitectura moderna, Le Corbusier. Se da paso a mostrar una familia fragmentada que sufre de la incomunicación típicamente burguesa: una mujer dominante, una hija casi autista aislada en su cuarto, una empleada domestica que luce los atuendos despojados de su amo, una pareja amiga que da lugar al regodeo de la crítica, alumnos mediocres que ofrecen una cuota inútil de soberbia por parte de su docente, clases de yoga con una Blackberry como objeto de análisis, un tosco uso de una cámara de video, la escucha de música experimental interrumpida por unos golpes fuera de tempo, intento fallido de levante de un hombre sumido en una representación que se resquebraja a medida que transcurre la película. Del otro lado, Víctor, hombre rústico, directo, sin pelos en la lengua, germen del caos que aniquilará poco a poco a través de esa ventana, de ese hueco, el mundo idílico de Leonardo.
El conflicto de la película arremete desde el plano inicial cuando su vecino decide construir la ventana. De modo paranoide la pareja reacciona ante la posibilidad de ver expuesta su privacidad frente a la mirada de Víctor. En consonancia con la película “Cache” de Michael Haneke, se trazan ejes de lectura similares; ya que, el problema no es el ser observado, (dado que se trata de personajes públicos) sino la imposibilidad de controlar la mirada. Leonardo está acostumbrado a ser observado. Vive literalmente dentro de una obra de arte de la arquitectura moderna, la cual es visitada, fotografiada y observada asiduamente. Inclusive las múltiples aberturas en el diseño de la casa se prestan a este exhibicionismo. Leonardo a la vez está construyendo su fama como diseñador a través del mercado del arte, página web, entrevistas para la televisión, contacto con el medio artístico. Es por esto que es indudable que el problema recae en esa mirada incontrolada que desconfigura ese mundo aparente, exponiendo su representación.
La película asume en el personaje de Leonardo la representación implícita de la que es parte actualmente cierto estrato de la sociedad. El estatus que se construye en torno a una solidez económica y una posición en el medio artístico, generan los cimientos que le permiten ocultar la mirada latente de su realidad interna. Esta realidad es la que acontece a partir de esa ventana, los problemas tácitos, conyugales, sexuales, afectivos, psicológicos. El vació, la falta, el hueco de esa realidad es colmado por la mirada de Víctor que irrumpe en el ámbito privado evidenciando la fragilidad del mismo. En este punto reside la angustia de Leonardo, él se haya imposibilitado por la culpa que lo lleva a la mentira, que lo lleva a la develación de la misma, que lo aleja aun más de su entorno. Víctima de la culpa, vivirá sometido.
Mariano Cohn y Gastón Duprat recrean de modo irónico y angustiante ese mundo falaz a través de dos miradas disímiles: la controlada hacia el afuera y la deliberada que emerge desde el interior más primitivo del Yo. También se hace tangible la mirada de la inacción/conservación y de la acción/exposición, ya que es a través de esta, que Leonardo debe actuar y tomar una decisión al respecto. Leonardo vacila pero finalmente deja morir a Víctor, cerrando así la ventana simbólica que se había abierto en él. Opta por el silencio cruel de esa casa Curuchet dejando su lado humano bajo el tapete.
Jennifer Nicole Feinbraun
Muy buena crítica!!! Habrá que verla... AAI
ReplyDelete"Arquitectura es cuestión de armonías, una pura creación del espíritu." LC.
ReplyDeleteUna película que le pone palabras al modo en que miles de idiotas construyen una vida escenográfica viviendo de la cultura de la imagen que impone esta época. Un tortazo para tantos giles que conozco y que nada pueden ver aunque se analicen con terapeutas lacanianos caros. Aráoz encarna el punto de inflexión por donde drena el discurso vacuo del diseño deconstruido a lo Derrida y las subjetividades atrapadas en tanta estúpida enunciación (el mismo Le Corbusier vomita).
ReplyDelete